martes, 16 de marzo de 2010

Rugiendo en León y descansando en las playas de Poneloya...

Otra de nuestras salidas tuvo como primer destino la ciudad de León, marcada por el pegajoso calor, como la mayoría de los días de nuestra estancia nicaragüense, pero a pesar de ello, nos encantó recorrer sus calles, sus mercados, la ruta de iglesias, su universidad...


...y es que León, aunque con menos población que Managua, ha sido la sede intelectual de la nación. Es también un importante centro industrial y de comercio del país.




El departamento de León se caracteriza por tener paisajes espectaculares, hermosas playas, bellos volcanes y un sin número de destinos atractivos poco explorados.


Esta visita conllevó la visita a la tumba y posteriormente al Museo del gran poeta nicaragüense Rubén Darío, donde recordamos que fue el máximo representante del Modernismo literario de la lengua castellana.


El museo de Mitos y Leyendas también nos causó muy buenos momentos de risas, a pesar de que el lugar en sí también había sido una antigua prisión donde hubo salvajes torturas y matanzas y eso hizo que fuese aún más espeluznante su recorrido...




Tras la visita a esta hermosa ciudad, nos subimos en la segunda casa, nuestro pequeño gran autobús, con nuestro querido Rigo al mando, un chófer genial que me sorprende cada día. A pesar del pésimo manejo de los nicaragüenses por las carreteras, él ni se inmuta y nunca pierde su sonrisa ante nosotros. Más de uno debería aprender de esta tranquilidad a la hora de circular y hacerlo con tanto desparpajo. He aquí mi especial homenaje hacia ti amigo:


Después de este paréntesis, tomamos rumbo a Poneloya, un pueblecito costero de León en el que cada rincón esconde un encanto. A todos nos alucinó la casa donde nos hospedamos, en plena playa casi privada y sola para nuestro disfrute.




En este sitio he vivido el atardecer más bonito que haya podido imaginar a lomos de un caballo, paseo por la playa que no olvidaré, ya que algo que siempre he deseado ha sido cabalgar sobre las olas por un paraje así.




Aparte de bañarnos, torear las inmensas olas del Pacífico en esa zona, y montar a caballo, también nos divertimos en una “peculiar” fiesta reggeae al calor de una hoguera, muy típicas por estos lares.




Otra cosa que no puedo dejar pasar fue el recorrido en lancha que hicimos por los manglares de la Isla Juan Venado, donde observamos diversa fauna y flora de la región, como cocodrilos, mapaches, aves de mil colores y fuimos testigos de la fuerza de superación de la naturaleza que fue devastada por el Huracán Mitch en este lugar.




1 comentario:

  1. Qué envidia sana me dasssssssssssss, jeje!!!!!!!!!!! Yo quiero estar allí por un ratito no más amiga.

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