miércoles, 28 de abril de 2010

Reflexión final...

Si, para mi desgracia ha llegado el final de mi primer contacto con Nicaragua y con él, el momento de plantearme qué ha supuesto una experiencia de tal magnitud en mi persona. Si de algo estoy segura es que realmente ha merecido la pena, porque me ha ayudado a ver y conocer lo más profundo del primer país de habla hispana más “empobrecido” de América, lo cual a su vez, me ha llevado a mirar la situación mundial que vivimos de una forma mucho más crítica.

Algo que me hace “mucha gracia” es cuando hablamos de países subdesarrollados, países en vías de desarrollo, o países del tercer mundo para referirnos a aquellos países que están por debajo de nuestra categoría, por debajo de nuestro nivel. Países a los que les queda un largo camino que recorrer para asemejarse a lo que somos nosotros. Y yo una y otra vez me cuestiono si realmente merecerá la pena que todos estos países pierdan su identidad y dejen de ser lo que son, para convertirse en lo que nos hemos convertido nosotros.

Países materialistas y capitalistas donde lo que prima es lo económico, donde vales lo que tienes, y si no tienes no vales. ¿Dónde están los valores que en esos países pobres están presentes en cualquier lugar? ¿No será que los pobres somos nosotros y los ricos son ellos? Tendremos mucho más poder adquisitivo que ellos, pero desgraciadamente con eso no podemos comprar ni una pequeña parte de lo que allí conservan y que aquí, en gran parte gracias a todo este formidable desarrollo que poseemos, hemos perdido...

A nadie le gusta vivir bajo los umbrales de la pobreza, pero si de algo me ha servido este viaje, es a aprender que con alimento y salud se puede vivir bien feliz, y que una sociedad de consumo como la nuestra, no lleva a buen cauce. La prueba la tenemos en lo que la juventud se está convirtiendo. Y si ese es el futuro que nos espera, mejor que sean robots los que gobiernen este primer mundo tan avanzado, porque como lo hagan las generaciones de analfabetos que están por venir, el fin del mundo puede que esté bien cerca.

Quizás debamos plantearnos si tantos adelantos no se estarán convirtiendo en atrasos; aún estamos a tiempo de que antes de intentar cambiar otras sociedades, analicemos la nuestra, porque probablemente no seamos conscientes de que el problema podamos ser nosotros y que desde aquí nazcan esas desigualdades que hacen que el norte y el sur sean mundos diferentes.

Si algo me queda claro, es que a parte de la situación precaria en la que viven muchas familias en muchos países, hay algo que se asoma por encima de todos y es la felicidad, una felicidad que día a día celebran por conservarla, por mantenerse unidos, por tener algo con lo que alimentarse y que les ayude a estar fuertes para seguir trabajando.

¿Dónde? No importa, en cualquier lugar que les aporte un beneficio mínimo con lo que poder conseguir algo para comer al día siguiente y con ello sacar la sonrisa de su familia. Me quedo con una frase que leí de mi compañera y amiga Katy y que dice así:

“La capacidad más admirable del ser humano es
encontrar la felicidad en la miseria más extrema”

La felicidad que allí tienen en nada se asemeja con la que tenemos aquí y que percibo de otra manera mucho más desde que llegué de este viaje: una felicidad totalmente material, una felicidad de plástico, una felicidad comprada. Y yo me pregunto: ¿Dónde queda esa felicidad real e infinita? Quizás debamos empezar a buscarla, y doy una pista, si queréis encontrarla seguid a la brújula que os indique el sur...

Informe de día: Jueves 18 de Marzo de 2010

Ya es jueves. Me despierto como jefa de día y por mi cabeza rondan muchas cosas. La primera que me abruma es saber que hoy será nuestro último amanecer en el Centro de Ticuantepe. Ya nunca volveré a despertarme en esa habitación, nunca volveré a arroparme con esas sábanas y la alarma de mi móvil no volverá a retumbar entre esas cuatro paredes.

Me siento triste, muy triste y apenada, de pensar que esta historia llega a su fin. Quiero y no quiero hacerme la idea de que todo lo bueno se acaba. Me aterra conocer cómo serán nuestras vidas a partir de ahora y sobre todo después de vivir una experiencia de esta magnitud.

Tras despertar a mis compañeros como de costumbre con una canción, en este caso “Mi niña bonita”, melodía que nos ha acompañado en muchos momentos de nuestro largo camino y que a muchos de nosotros nos produce una sonrisa en el rostro, nos ponemos las pilas y después de desayunar nos dirigimos a Managua.

Hoy nos han regalado un día de compras. Nos dividimos por grupos y nos vamos a diferentes lugares para más tarde reunirnos en el gran mercado Roberto Huembes, llamado así por uno de los caídos en la Revolución Sandinista. Los más golosos han tenido la suerte de conocer una tienda donde venden cacao puro de Nicaragua, un manjar para los más dulces. Otros nos decantamos por regalar puros de la región de Estelí, zona principal de cultivo de esta planta. Los enamorados de las letras visitaron una librería con gran solera donde pudieron llevarse un recuerdo de las letras nicas.


Una vez en el mercado, todo nos llama la atención. Vida, mucha vida, muchos colores, olores, y en general un ir y venir de mercancías en constante movimiento. Un lugar donde los puestos no tienen ni principio ni fin. Una especie de ultramarinos gigante donde puedes encontrar desde todo tipo de alimentos, a animales, pasando por artesanía, y ropas de todas las formas y texturas.


Todo este mejunje va a acompañado de una pregunta: “Señor/a, ¿qué está buscando?”. Todo el mundo pretende llamar nuestra atención para vendernos lo más mínimo y ganar algún sustento para alimentar a su familia.



Hay que reconocer que este lugar no es el entorno ideal para un claustrofóbico, ya que la desorganización de los puestos, las innumerables calles y la marea de gente pueden llegar a agobiar a cualquier ser humano. Pero no es mi caso. Me encanta ver cómo se busca la vida tanta gente, con cuánta vitalidad y energía, y si encima tenemos en cuenta sus condiciones laborales, me sorprenden mucho más.


Hemos tenido la oportunidad de comer en el mismo mercado, en una especie de nave donde el calor nos ha acompañado, pero la sabrosa comida y la refrescante bebida han hecho que olvidemos tal sofoco. Mientras comemos se nos acercan muchas personas, cualquier cosa vale. Varios niños intentan vendernos cualquier cosa con la que sacar algún córdoba, pero no hacemos caso, porque si ese niño llega a su casa, si es que tiene, y sus padres ven que lleva dinero, probablemente al día siguiente esté en el mismo sitio con el doble de carga para vender. Es duro pero no queda otra opción que no hacerles caso.


Mientras comemos nos sorprende un hombre que grita al final del comedor. ¿Pasa algo? Nos preguntamos muchos de nosotros. No, sólo está predicando el evangelio, nos comentan. Y es que la religión está presente en cada rincón. Quizás este hombre no sepa que en vez de captar adeptos logre asustarlos, porque realmente llega a poner los pelos de punta.

Tras la comida tenemos un rato libre para descansar y ultimar compras y de camino al Centro de Ticuantepe, nos despedimos de Managua, una gran urbe, que como este mercado, está siempre llena de vida.

Es hora de hacer las maletas. El Centro debe quedar igual que cuando llegamos, como nuevo. Estamos nerviosos, no sabemos cómo meter en sólo dos bultos tantas historias, tantos sentimientos, tantas vivencias y tantos regalos, sobre todo las hamacas. Una vez depositadas las maletas en la última habitación que pisaremos, nos arreglamos para ahora sí: “LA ÚLTIMA CENA”.

Se avecina una noche difícil, repleta de despedidas, pero hay que ser fuertes y vivir hasta el último segundo de la forma más intensa.

Vamos a cenar a un lugar que desde la primera vez que fuimos nos sorprendió. Un ranchón de dos plantas adornado con una enorme piscina donde puede bañarse desde el más friolero hasta el más caluroso y en el que la naturaleza, como en casi todo el país, nos arropa.


Estamos casi todos, sólo faltan dos personas, Victoriano (nuestro gran amigo informático) e Isabel (Metodóloga y amiga nicaragüense) que también nos han acompañado en este viaje y que por motivos personales no pueden estar con nosotros.

Han querido estar presentes las tres niñas que han trabajado en la atención y limpieza del centro para que todo estuviese en orden. También lo hicieron Patricia y su hermana con su marido. Así como nuestros dos conductores oficiales: Jairo y Rigo con toda su familia. Grandes profesionales y mejores personas que nos han custodiado a lo largo de nuestro camino y han compartido nuestros testimonios de vida.

Tras la cena vino uno de los momentos más tristes. Abandonamos el restaurante y se avecinan las primeras despedidas. Caras serias, miradas perdidas, gargantas mudas...nunca deseábamos que llegase este momento, pero queramos o no, aquí está y no queda otra que enfrentarse a él. Hasta siempre amigos, decían algunos. ¿Hasta siempre? ¡No! Será hasta pronto, porque pienso volver...opiniones de todo tipo adornadas con más o menos optimismo, pero que en ese instante son duras de aceptar.


Es difícil hacerse la idea de que esas personas con las que tantos buenos momentos hemos vivido y tanto nos han aportado, ya no vayan a formar parte de nuestras vidas a partir de ahora.

Para quitarnos el mal sabor de boca de las despedidas, nos vamos a una de las mejores discotecas de Managua, llamada MOODS, donde la música y los bailes hacen que nuestras penas se vayan poco a poco de nuestras mentes y volvamos lentamente a la realidad que nos espera. Una realidad que en mi caso aún está borrosa...o quizás sea porque aún no quiera despejarla.

Sole, he aquí mi pequeño homenaje a ti, por esta inolvidable noche latina, jeje, por este gran viaje, y por cada una de las mil anécdotas e historias con las que nos vamos...GRACIAS!!!


Cierra la discoteca y volvemos a nuestro microbús de regreso a Ticuantepe, ese que nos ha transportado a lugares imposibles por caminos empedrados, a lugares donde la magia siempre ha estado presente. Al subir algo no está como de costumbre. Nuestro conductor ya no es Rigo, algo nos falta, uno de los pilares de nuestro viaje ha caído. Y con él, muchos de nosotros, entre la pena y el cansancio acumulado, nuestros párpados acaban cerrándose.

Ha sido un día muy bueno y a la vez muy triste para todos. Pero si algo nos queda claro, es que somos unos afortunados de haber podido vivir un viaje así. Ojalá y algún día se repita.

martes, 27 de abril de 2010

De regreso a Ticuantepe...con proyectos, AECID y La Chureca

Tras nuestro viaje al Ostional, volvimos de nuevo al Centro, ya para ir organizando todo lo que envolvía a nuestro viaje de vuelta a casa. Vaciamos las mochilas para no volverlas a llenar y arrugarlas en el fondo de la maleta. La ropa sucia se quedó sin lavar...total, en España nos esperaban lavadoras dispuestas a centrifugar todas las veces que no lo habían hecho durante nuestra estancia aquí.

Tan sólo nos quedaban dos días para disfrutar de Ticuantepe y sus alrededores, y uno de ellos lo dedicamos a la exposición de nuestros proyectos individuales, donde cada uno expuso una pequeña muestra de lo que sería su proyecto una vez elaborado y a la vez quedase constancia de que lo vivido y aprendido durante este mes, ha merecido la pena.

Ese mismo día por la tarde lo aprovechamos para hacer una última visita protocolaria, concretamente a la sede de la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo) en Managua, donde nos recibió Jose Manuel Mariscal, Coordinador de Cooperación de la AECID en Nicaragua y paisano de Cáceres, hecho que nos enorgulleció bastante.


Ya son 25 años los que la AECID lleva en Nicaragua, siendo éste el destino prioritario de la cooperación española. Para que os hagáis una idea, entre el año 2000 y el 2008, España donó mil millones de dólares al país, no quedando ningún rincón del mismo donde no esté presente la cooperación española, la cual se canaliza a través de diferentes ayudas.

Es necesario aclarar que la AECID no ejecuta programas de cooperación, únicamente los financia y hace un seguimiento económico y técnico para que se cumpla la ejecución de los mismos.

Para poneros un ejemplo os quiero hablar del caso de “La Chureca”, el basurero más grande de Centroamérica situado en Managua y que para los más pobres es una mina de oro. En él viven 800 personas (250 familias), y otras 450 familias más habitan en los alrededores.

La Chureca es un monstruo de 40 hectáreas que se convirtió desde 1973 en el basurero municipal de Managua, y donde dos mil personas (entre niños, adultos y ancianos) sobreviven trabajando como recolectores y vendedores de hierro, cobre, plástico, cartón y vidrio, que encuentran entre las miles de toneladas de desperdicios sólidos que se depositan allí cada día.


Las personas que trabajan en el depósito visten con pantalones, camisas de mangas largas y gorros para cubrirse del sol, y también utilizan un pañuelo para tapar sus bocas y narices de los poderosos gases tóxicos que produce la concentración de basura, la cual provoca en los habitantes de la zona cáncer en la piel y en los pulmones, así como otras enfermedades respiratorias que han reducido la esperanza de vida a los 50 años de edad.

Desde el amanecer, las dos mil personas esperan con ansia los primeros camiones de basura y entonces inician una dura batalla para obtener “los mejores” desperdicios.

Informes de la prensa local dieron a conocer que en La Chureca, hace tres años, un hombre mató a otro de una puñalada, cuando luchaban por un trozo de cartón, para que veáis hasta donde puede llegar la desesperación humana y su lucha por la supervivencia.

En todo este caos es donde interviene la AECID, en medio de la pobreza y la violencia, nació el proyecto de Desarrollo Integral del Barrio de Acahualinca, donde está ubicada La Chureca.

La iniciativa es sufragada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo que desembolsará aproximadamente 30 millones de euros.

El programa de la AECID tiene como objetivo específico mejorar las condiciones ambientales, sociales, económicas y habitacionales en el entorno del barrio.

Con el millonario proyecto se construirá una planta de separación de materiales inorgánicos de reciclaje, con lo cual se pretende brindar seguridad laboral e higiénica a los dos mil recolectores de basura que llegan a diario a La Chureca.


Además, se beneficiará a los 18 mil habitantes de Acahualinca y otros 14 barrios y asentamientos, incluyendo a las 250 familias que viven dentro del basurero y a las 450 familias que viven en sus alrededores.

La AECID también planifica construir nuevas viviendas, mejorar el acceso a los servicios de salud y proporcionar a los niños, niñas y adolescentes educación de calidad.

Las autoridades de España y Nicaragua han dicho que el programa podría ejecutarse en cuatro años y medio.

Con esto queda constancia de que las ayudas que nuestro país destina a Cooperación Internacional poco a poco irán teniendo sus frutos y ahí estará presente la AECID para que esto se cumpla.

Convivencia en El Ostional

Sin apenas tiempo para descansar y sin deshacer del todo nuestras mochilas, las volvemos a cargar para el que será nuestro último destino dentro de Nicaragua: El Ostional.

Tomamos fuerzas para afrontar nuestro último madrugón y nos marchamos de camino al departamento de Rivas, al sur del país, haciendo nuestra primera parada en la ciudad turística de San Juan del Sur, un lugar bastante americanizado y urbanizado, preparado para el turismo de playa masivo, sobre todo de jóvenes.




En este vídeo podréis ver algo del lugar que hablo, en el que a modo de “premio” nos regalaron unas horas de baño y una exquisita comida antes de dirigirnos a nuestro destino final.

En la orilla de esta playa nos encontramos un pez globo, era el primero que había visto en mi vida; destacar que tiene una especial forma de defensa que lo diferencia de manera muy concreta. Cuando se siente amenazado se hincha llenándose de agua, de tal manera que su ingesta sea imposible para los depredadores.



Tras la comida tuvimos un tiempo de relax y de nuevo nos subimos a nuestro microbús, ya si, camino del Ostional, una bonita comunidad de gente rural encantadora y con un gran potencial turístico, que cuenta con impresionantes paisajes, vistas panorámicas y representa la posibilidad de compartir la cultura de un pueblo costeño del Pacífico nica.


Un lugar bendecido por dioses aborígenes, tocado con la magia de la naturaleza y ese toque rural de gente que compatibiliza la pesca con labores productivas agropecuarias.

Dice la gente que sus primeros pobladores llegaron en 1857, era una pareja originaria, ella de Popoyuapa y él de Nandaime. Por entonces, El Ostional era un lugar poco poblado, perfecto para asentarse en él por las posibilidades de subsistencia que ofrecía. Por supuesto que un lugar tan rico en recursos naturales prestó todas las condiciones para que la población fuera creciendo y como en casi todas las comunidades rurales, hoy en día la mayoría de sus habitantes tienen algún parentesco, lo que crea un ambiente de familiaridad y por consiguiente, de mucha seguridad.




La historia del Ostional, es la historia de Nicaragua, su cultura, sus costumbres, sus tradiciones, se conservan con el paso de los años, reafirmándose como una comunidad de pescadores, ganaderos y agricultores, que han luchado por su subsistencia, y ahora avanzan hacia su desarrollo, buscando cómo encontrar la armonía con la naturaleza y la convivencia pacífica.


Nada más llegar nos esperaba Elieth, aunque prefiere que la llamemos por su segundo nombre “Eunice”, una joven de 22 años encantadora, estudiante de Comunicación Social, que hizo de guía, acompañante y amiga, durante toda nuestra estancia allí y que desde aquí aprovecho para mandar un saludo.


Bajamos del autobús y nos dirigimos dando un paseo a la casa de sus abuelos, lugar donde nos esperaban muchos de sus habitantes para darnos una inolvidable bienvenida: pequeñas niñas de la comunidad ataviadas con sus mejores trajes para ofrecernos un baile típico de la zona, acompañado de un rico tentempié con jugo de tamarindo.




Tras esta gran acogida, nos fuimos dividiendo en parejas para alojarnos directamente con familias de la comunidad (yo compartí habitación con mi amigo Samuel, donde aparte de mucho calor compartimos risas), y es que parte de la economía del lugar se sustenta con una Red de Turismo Rural Comunitario, a través de la cual, las diferentes familias involucradas se dividen las tareas, unas ofreciendo sus casas para alojarnos, y otras sus comedores para saciar nuestro apetito; dando la oportunidad al turista de conocer en primera persona su modo de vida y de trabajo, así como su cultura y tradiciones.


Este tipo de turismo me llama mucho la atención, ya que en España apenas se acostumbra, quizás porque el ritmo de vida que llevamos nos obliga a exigir condiciones que en los países “en vías de desarrollo” pasan a un segundo plano. Cada vez más nos estamos acostumbrando a alojarnos grandes cadenas hoteleras que nos ofrecerán mucho lujo, pero que apenas nos aportan riqueza cultural y personal y si por un momento reflexionamos, quizás esto sea lo verdaderamente enriquecedor de un viaje.


Decir que este pueblo está en la costa, exactamente en la frontera con Costa Rica, por lo que goza de playas preciosas y casi inhabitadas, prácticamente solas para nuestro disfrute. La primera noche fuimos a una de ellas, y nada más llegar nos topamos con numerosos habitantes y no humanos precisamente...miles de cangrejos ermitaños que la recorrían y que visualizamos gracias a nuestras linternas.

Mientras unos cuantos buscaban palitos para hacer una hoguera, otros nos animamos y nos fuimos directamente al agua. Una oportunidad así no podíamos desperdiciarla: solos ante el imponente pacífico y de testigo un gran manto de estrellas que nos vigilaba desde el cielo. Para mí fue el primer baño nocturno que he tenido en una playa, y he de reconocer que me sentó genial, era una sensación de inseguridad pero a la vez de relajación total, iluminados únicamente por alguna que otra luciérnaga.

Por la mañana nos levantamos como nuevos, y nos fuimos con Eunice a recorrer el pueblo, donde conocimos la distribución de sus casas, la escuela, la iglesia, el centro de salud, y donde apreciamos que este pueblo en nada se parecía a otros que habíamos visitado, donde no tenían ni accesos dignos. Posteriormente llegamos a un lugar donde cruzamos un estero en el que habitaba un temido cocodrilo, para luego desembocar ante el gran pacífico.




Una vez allí, nos esperaban dos guías con una lancha en la que nos llevaron hasta Guacalito, una de las playas vírgenes que rodeaban la costa. Allí pudimos bañarnos sin la mirada de ningún ojo avizor, ya que a esa playa sólo se llegaba por mar y en ella no habitaba nadie.


El resto del día lo aprovechamos para charlar con gente del pueblo, que nos abrieron las puertas de sus casas como si fuésemos de su familia, y poder así conocer de primera mano qué cosas positivas y negativas tenía el vivir en un lugar algo alejado de la civilización, donde sólo hay agua durante la mitad del día en una zona del pueblo, y la otra mitad del día en la otra zona, donde muchas veces se quedan varios días sin electricidad y donde no hay ningún tipo de red de comunicaciones. Hechos que para ellos son tan normales y que a nosotros nos cuestan tanto aceptar.


Esa noche nos regalaron otra fiesta cultural, donde nos tocaron su música y nos ofrecieron una bebida típica: el “tibio”, a base de maíz y cacao, especie de jugo que ha sido la base alimenticia de los más pequeños. A esta fiesta se sumaron jóvenes del pueblo, con los que tras echar unos bailes nos fuimos de nuevo a la playa.

Esta vez nos acompañaban junto con Eunice y más chicos, Irvin y Marvin, dos jóvenes que trabajaban de guías en el pueblo haciendo tours con kayaks, pesca submarina, paseos a caballo y aparte velaban por la seguridad y custodia de las miles de tortugas que cada mes se acercaban a las playas de la zona a desovar.

A través de la ONG Paso Pacífico, estos chicos trabajaban diariamente día o noche durante 12 horas seguidas, vigilando playas de la zona con el fin de evitar que los ladrones de huevos de tortuga acabasen con la especie y es que, según nos contaban, esos huevos eran exquisitos y bastantes cotizados en los restaurantes.


A pesar de su duro trabajo, me encantaba ver cómo amaban esta forma de vida. Vivían por y para el mar. Y gracias a ellos, tuve la suerte de poder ver un espectáculo que hasta el momento sólo había visto por la tele: ver a una inmensa tortuga marina poniendo huevos en la arena, mientras un hombre se los iba quitando uno a uno, devastando el ciclo de vida de ese animal, hecho que a todos nos entristeció bastante.

En ese paseo nocturno también pudimos ver algo que tampoco había visto nunca, sólo en los dibujos de “Bob Esponja”, y era su gran enemigo “Plancton”, organismos diminutos de color verde fluorescente que iluminaban la arena mojada de la oscura noche.

Fue una noche que no olvidaremos, ya que el entorno, el lugar y la gente hicieron que así fuese.

El día siguiente, después de coger fuerzas con el desayuno que os enseño en el vídeo, lo empleamos para trabajar en nuestros proyectos y adelantar todo el trabajo atrasado, volviendo una vez más por la noche a la playa para relajarnos. Y el último día llegó con algunas caras de alegría, y con la mayoría de tristeza, ya que poníamos fin a nuestra última convivencia con gente nica. Gente que nos abrió sus puertas desde el primer momento y que nunca nos las cerrará, sin duda, personas que jamás podré olvidar.




Después de comer vinieron las despedidas y algún que otro recuerdo por parte de los habitantes del Ostional, recuerdos que guardaré para siempre en mi memoria, porque la huella que han dejado en mí, jamás se borrará.

Sin más nos montamos en el microbús y nos despedimos del último lugar que ha formado parte de nuestro viaje, un lugar alejado del bullicio y de la civilización, en el que no hay ni habrá cobertura para los móviles, ni ordenadores, pero donde la hospitalidad y la felicidad se pueden hasta abrazar.


Realmente es para reflexionar...

Animada inauguración del Centro de Ticuantepe

Preparativos y más preparativos. Todo tenía que quedar perfecto. El trabajo que durante muchos años se había ido realizando en este lugar tenía que estar visible para todos los allí presentes.

El olor a césped recién cortado, las paredes recién pintadas, numerosas piñas estratégicamente colocadas a lo largo de la vereda que atravesaba el perímetro, los adornos florales a base de hojas de bananos...las pancartas de bienvenida en su sitio, todo para celebrar un esfuerzo que ha merecido la pena:

La inauguración oficial de la tercera fase de construcción del Centro de Atención, Formación y Capacitación al Desarrollo de Ticuantepe, construido por la Asociación de Universidades Populares de Extremadura (AUPEX) y la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AEXCID), y que ha servido, entre otras muchas cosas, de centro de operaciones para nuestra expedición.

El acto lo inició un divertido desfile de Gigantonas y Cabezudos, como aquí los llaman, donde muchos rememoramos a esos muñecos que tanto temíamos en nuestra infancia...venidos directamente desde la ciudad de León para celebrar este gran día.



Tuvimos la gran suerte de reencontrarnos con muchas de las personas que habíamos conocido hasta el momento, y que quisieron volvernos a acompañar. Yo me quedo con la visita de David, que me alegró la jornada, un chico que conocimos en nuestro viaje a Estelí y que nos acompañó en aquella salida, viviendo días y momentos inolvidables junto a nosotros.

Tras las palabras de las diferentes personalidades y autoridades que han estado coordinando y dirigiendo todo el trabajo para que este Centro pasase de ser un sueño y se convirtiese en una realidad palpable, un grupo de nicas nos regaló bailes típicos del país, concretamente de la costa caribe, a los que se sumaron posteriormente algunos de los gansinos más animados con sus “sexys” movimientos de caderas, incorporándonos finalmente el resto del grupo ante la atenta mirada de todos los allí presentes, más de 300 personas...



Otro de los platos importantes de la jornada fue el momento del recorrido por todo el Centro acompañados de las autoridades y del pueblo, donde destapamos la placa inaugurativa y pasamos a plantar árboles, para que nuestra estancia en este lugar quede presente de por vida. El árbol se llamaba Malinche y es conocido como “el árbol del amor”; el mío lo planté junto a Miguel, el presentador del documental que nos están grabando y que ya mencioné.

Destacar el buen día que pasamos todos, a pesar del sofocante calor y la afluencia masiva de gente al acto, hecho que hizo que se acabaran todas las provisiones de comida que el catering contratado llevó. De hecho, al final de la jornada todas las piñas que adornaban el lugar desaparecieron, quedándoselas probablemente aquellos que no probaron bocado.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Nicaragua: Tierra de Lagos y Volcanes...

Una nueva aventura nos esperaba. Salimos de Ticuantepe atravesando parte de la geografía nica hasta llegar al departamento de Rivas. Allí tomamos un ferry camino a la Isla de Ometepe.


El paisaje antes de embarcar ya nos abruma. Frente a nosotros dos de los grandes volcanes del país: el Concepción y el Maderas.



Algo sorprendente fue ver respirar al grande de los grandes Concepción ante nuestra expectante mirada. Al llegar a la Isla nos enteramos que estábamos en alerta porque el volcán se había activado y la zona era de riesgo, pero al final, todo quedó en un suspiro del volcán por ver llegar a nuevos inquilinos a su isla.


Noticia de última hora a día 17 de marzo de 2010:

16 de marzo de 2010, 08:21 PM

MANAGUA (AP) - El volcán Concepción de la Isla de Ometepe en el Gran Lago de Nicaragua provocó dos explosiones el martes y nuevamente lanzó gases y cenizas, informó el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter).

El coloso ha aumentado su actividad desde la semana pasada al punto de que el Sistema Nacional de Prevención Mitigación y Atención a Desastres (Sinapred), informó el martes estar listo a evacuar a sus habitantes. La zona se encuentra bajo un estado de alerta permanente.

Las últimas explosiones de la mañana del martes con una hora de diferencia, pero no produjeron víctimas ni daños. El Concepción está ubicado 98 kilómetros al sureste de esta capital.



Tras este pequeño baño de noticias fresquitas, sigo narrando estos magníficos días en la isla. Nos alojamos en la finca La Magdalena, un lugar donde el descanso y las aventuras nos esperaban.

La ruta a los petroglifos (piedras grabadas), antiguas reliquias arqueológicas que dejaron los antepasados de la zona como testigos de su cultura, rimas o leyendas, o la subida al Volcán Maderas, de más de 4 horas de ascenso al cráter del mismo, donde había un gran lago en su interior, fueron algunos de los platos fuertes de estos días.


La finca estaba situada en un entorno idílico, donde monos, tarántulas y loros entre otros, y una inmensa vegetación, nos acompañaban en cada instante.


Dentro de la Isla conocimos la comunidad de Mérida y visitamos una escuela junto con el equipo de televisión que está realizando un programa documental sobre nuestro proyecto y otros similares llevados a cabo en países del sur de América, África y Asia.

Compartimos más que palabras con los niños y fuimos testigos de la clase de gimnasia de los alumnos del colegio de primaria de Mérida, una clase en un entorno bastante distinto a lo que podemos estar acostumbrados, pero donde las carcajadas no faltaban.



Tuvimos tiempo para trabajar en nuestros proyectos, así como de disfrutar de los olores y colores que nos brindó la naturaleza y de toda la gente que allí habitaba.


En concreto en la finca donde nos alojamos había personas de diversas nacionalidades, con las que vivimos grandes momentos y divertidas fiestas culturales, donde lo último que importaba era el idioma, ya que el compañerismo es lo que primaba.

Vivencia en Granada a flor de piel...

Este fue un día especialmente emocionante para mí...llevamos más de tres semanas viendo, conociendo, palpando otra realidad, esta realidad, una realidad que en ocasiones llega a rozar la imaginación y que provoca que cada vez sea más consciente de las necesidades tangibles que están presentes en todo nuestro trayecto.


Me consideraba una persona fuerte, a la que le cuesta romper esa barrera que custodia sus sentimientos, pero he de reconocer que la suma de vivencias hasta la fecha me han superado. Ese nudo que en ocasiones se forma en la garganta se desató, y no es raro en un sitio como éste...de hecho me alegro que haya pasado, porque es de esta manera como posiblemente pueda llegar a entender todo esto mucho mejor.

La cooperación es cosa de dos, el sur no necesita las sobras del norte, el sur lo que necesita es ser escuchado y de esa forma será como poco a poco se mejoren sus calidades de vida, porque como personas queda claro que no tienen nada que mejorar, mucho es lo que nos queda a nosotros por aprender de ellos.


Sería conveniente que más de uno viniese a absorber todo lo que una experiencia así aporta. El valor de lo que nos llevamos en nuestro interior es incalculable, por esto y mucho más, hoy me siento feliz, porque puedo decir que Nicaragua me ha tocado en lo más profundo de mi ser.

La visita a la ciudad de Granada no fue una visita cualquiera, yo esperaba un recorrido turístico por una de las ciudades coloniales más bonitas de este país, pero al final no tuve esa suerte, tuve otra muchísimo mejor...




...adentrarme con mi compañera y amiga Laura en el corazón de Granada. Un corazón que palpita latente, en el que la vida tiene un curso diferente.




Quizás sea por los asentamientos donde viven, o quizás por sus calles, sus coches, sus animales o sencillamente sus gentes. Personas llenas de vida sin preocupación aparente por todo lo que les rodea. Barrios de gente obrera en el epicentro de la ciudad, donde las risas de los más pequeños resuenan por cada escondite.


De la mano de María Lidia, pudimos observar de cerca como trabaja una diputada del frente sandinista directamente con el pueblo. Nos asombró el cariño de la gente hacia ella, todos la saludaban, la besaban, la querían, era una pequeña “Teresa de Calcuta” dentro de aquel pequeño gran mundo.


Fue emocionante conocer la importancia de su trabajo, labor que todos los políticos deberían desarrollar en sus diferentes campos y que por determinados intereses y falta de competencias no lo realizan. La política es el arte de gobernar un pueblo, y con gente como María Lidia, vimos que era posible.

Aquí tuvimos la oportunidad de conocer a donde van destinados parte de los fondos que los españoles aportamos a la cooperación para el desarrollo. Me encantó ver en primera persona cómo gracias a ese dinero hay tanta gente que ha mejorado sus casas, sus calles, su entorno, y en general sus vidas.


La visita a los barrios Solidaridad y Pantanal me dejaron huella de por vida. Gente obrera y luchadora que ha sufrido durante muchos años por sacar adelante a sus familias. Asentamientos a orillas del gran lago Cocibolca bañados en lodo e inundados cada día.


Gracias a las mejoras de las infraestructuras de alcantarillado y asfalto de calles, están logrando superar grandes barreras que han hecho y harán sus sueños realidad.